martes, 9 de junio de 2009

Mendigando amor


Durante mucho tiempo mendigué besos y caricias.
Supliqué por gestos, abrazos y atenciones que no llegaron.
Me arrastré de cama en cama dando aquello que no tenía.

Y ahora, con el alma hecha jirones, le construí una fortaleza a mi corazón.

Me he vuelto fría, distante y solitaria, inmune a tus llamadas.
Pero los muros de esta fortaleza no sólo me separan de ti, sino de todo lo bueno que está fuera.

Y te odio por este muro, por esta fortaleza que me impide tener la oportunidad de ser feliz, por mi mirada vacía y la melancolía de quien ha vivido demasiado en poco tiempo.

Aún así, seguiré manteniéndola en pie. Seré la princesa de esta fortaleza, y lanzo este grito de ayuda, esperando a ser rescatada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Amada Estefanía,

cuánto dolor y angustia

tanto

que el grito ya no es grito, sino aullido.

Galeguiña.

Loli Rodríguez dijo...

...que el grito ya no es grito, el grito es casi súplica...