domingo, 21 de septiembre de 2008

Cabreada con la moda



Cómo es posible que algo tan sencillo y normal como comprarse un pantalón vaquero de toda la vida, se convierta en una pesadilla de más de 6 horas, y que, cuando termina, te sientas el ser más horrible y amorfo del universo.

Yo solo quería un pantalón, nada más. Y después de pasar por la horrible experiencia de ir de compras -cosa que detesto- me quedé con uno -ya no estaba para historias ni remilgos- pero con un concepto horrible de mi cuerpo.

Y todo por esta moda tan curiosa, que consiste en hacer pantalones en los que no te entran los pies... mmm... curioso...

Y no dirán que no le puse empeño: desde las 2 y media de la tarde hasta casi las 9 de la noche, pateando todas y cada una de las tiendas que pudieran ofrecerme esta prenda de ropa, probando todos los modelos, y las tallas de la 38 a la 44 (es que llega un momento en el que una ya no sabe ni la talla que tiene).

Y cuando sales del probador, sudando como si hubieras estado pariendo un hijo (y con casi el mismo esfuerzo que entrar en alguno de esos pantalones) las dependientas anoréxicas te miran con aire de suficiencia -¿o será de hambre?- y le preguntan a mi madre: -¿Qué, no le sirve ninguno?. ¡Ni siquiera tienen el valor de decírmelo a mí!

Y tú con ganas de matar y estrangular, pero no puedes malgastar fuerzas, porque sabes en tu interior que aún te quedan más tiendas que visitar y más pantalones que probar...

Pero finalmente, mis esfuerzos se vieron recompensados, y tengo un pantalón por el que entran, si me pongo, no uno, sino hasta cuatro pies al mismo tiempo.

Y es que efectivamente... estoy cabreada con la moda. Y agradezco a dios -o a quien sea- que no me haya hecho esclava de ella.


No hay comentarios: