Cuántas veces he hablado de educación...
Pero ahora, que comienza mi andadura como maestra, mi andadura en este camino hermoso, pero al mismo tiempo lleno de espinos, me gustaría dejar una pequeña reflexión.
Hora del recreo. Sala de profesores. Ahí me encuentro yo, la novata, con otros tres maestros.
Una de ellas, cansada y harta de todo, contando los minutos para que suene el timbre o los días para las vacaciones.
Otra, también con sus más de 20 años de experiencia, pero con esa sonrisa traviesa y curiosa imprescindible para aquel que quiere meterse en estas lides.
El tercero, un joven profesor (treinta y pocos), al que recientemente le acaban de dar su plaza definitiva.
Los alumnos siempre tuvimos curiosidad por saber de qué hablaba un profesor en esos momentos. Y sí; efectivamente, se desahogan y son tanto o más crueles que los niños. Y muchas veces me viene esa imagen de los Simpson a la cabeza, de la sala de profesores llena de fotos de los niños con dardos.
Pero lo más triste de todo, es que hablan desde el cansancio y la frustración, de aquel que quiere realizar su trabajo lo más dignamente posible, como el que más, pero que es bombardeado por todos los frentes.
Por los niños que vienen salvajes de sus casas, por sus padres (el enemigo más fiero y cruel, en muchos casos) que se ven con la potestad de decidir cómo un maestro debe realizar su trabajo). Por la dirección del centro, o por inspección, que darán siempre -o la mayoría de las veces- la razón a los papás con esa filosofía de "taparemos las cosas discretamente y sin montar escándalos". Por la sociedad que cada vez más denigra el trabajo que realizan los maestros.
Y esto es algo muy peligroso. Hoy en día todo el mundo puede hablar de educación, opinar de educación, y hacer educación. Y esto es algo impensable en cualquier otro ámbito.
A nadie en su sano juicio se le ocurre ir al médico y cuestionar su diagnóstico. Porque sabemos que él es el profesional, el que sabe. No se trata de una confianza ciega, y sabemos que hay médicos negligentes, pero aún así, confiamos en su criterio.
Pero eso no es válido para los maestros, responsables de algo tan valioso como la salud: la educación, el acceso a la cultura, la formación de seres humanos, de personas con valores, con pensamientos y criterios propios.
No... Todos pueden opinar, todos pueden educar.
Parto de la base de que la formación del profesorado es mala. Cierto. Y este es un gran problema que hay que atajar de raíz.
Pero no todos los maestros son vagos, preocupados por sus meses y meses de vacaciones, y que lo único que hacen en sus aulas es seguir un libro de texto.
No. Los hay como esta profesora, que después de más de 20 años lidiando con todo tipo de trabas, sigue creyendo en la importancia vital de su trabajo, intentando mejorar cada día, y tratando de formar y educar a pequeñas personitas.
Es muy complicado, cuando tu trabajo se ve agredido por todas partes. Da igual que seas bueno o malo, vago o trabajador... La profesión de maestro es muy ingrata porque sus resultados, si se ven algún día, son a muy largo plazo.
Todos tenemos recuerdos de profesores horribles que nos han marcado. Y maestros maravillosos cuya huella sigue impresa en nosotros...
Es importante, es muy importante. Si queremos mejorar la educación, debemos empezar por nosotros mismos. Respetando al profesional, dotándolo de herramientas, y no masificando y hacinando a los niños como ganado.
Si no, tendremos la sociedad que nos merecemos.
A todos los maestros que siguen, año a año, siendo un gran ejemplo.
Pero ahora, que comienza mi andadura como maestra, mi andadura en este camino hermoso, pero al mismo tiempo lleno de espinos, me gustaría dejar una pequeña reflexión.
Hora del recreo. Sala de profesores. Ahí me encuentro yo, la novata, con otros tres maestros.
Una de ellas, cansada y harta de todo, contando los minutos para que suene el timbre o los días para las vacaciones.
Otra, también con sus más de 20 años de experiencia, pero con esa sonrisa traviesa y curiosa imprescindible para aquel que quiere meterse en estas lides.
El tercero, un joven profesor (treinta y pocos), al que recientemente le acaban de dar su plaza definitiva.
Los alumnos siempre tuvimos curiosidad por saber de qué hablaba un profesor en esos momentos. Y sí; efectivamente, se desahogan y son tanto o más crueles que los niños. Y muchas veces me viene esa imagen de los Simpson a la cabeza, de la sala de profesores llena de fotos de los niños con dardos.
Pero lo más triste de todo, es que hablan desde el cansancio y la frustración, de aquel que quiere realizar su trabajo lo más dignamente posible, como el que más, pero que es bombardeado por todos los frentes.
Por los niños que vienen salvajes de sus casas, por sus padres (el enemigo más fiero y cruel, en muchos casos) que se ven con la potestad de decidir cómo un maestro debe realizar su trabajo). Por la dirección del centro, o por inspección, que darán siempre -o la mayoría de las veces- la razón a los papás con esa filosofía de "taparemos las cosas discretamente y sin montar escándalos". Por la sociedad que cada vez más denigra el trabajo que realizan los maestros.
Y esto es algo muy peligroso. Hoy en día todo el mundo puede hablar de educación, opinar de educación, y hacer educación. Y esto es algo impensable en cualquier otro ámbito.
A nadie en su sano juicio se le ocurre ir al médico y cuestionar su diagnóstico. Porque sabemos que él es el profesional, el que sabe. No se trata de una confianza ciega, y sabemos que hay médicos negligentes, pero aún así, confiamos en su criterio.
Pero eso no es válido para los maestros, responsables de algo tan valioso como la salud: la educación, el acceso a la cultura, la formación de seres humanos, de personas con valores, con pensamientos y criterios propios.
No... Todos pueden opinar, todos pueden educar.
Parto de la base de que la formación del profesorado es mala. Cierto. Y este es un gran problema que hay que atajar de raíz.
Pero no todos los maestros son vagos, preocupados por sus meses y meses de vacaciones, y que lo único que hacen en sus aulas es seguir un libro de texto.
No. Los hay como esta profesora, que después de más de 20 años lidiando con todo tipo de trabas, sigue creyendo en la importancia vital de su trabajo, intentando mejorar cada día, y tratando de formar y educar a pequeñas personitas.
Es muy complicado, cuando tu trabajo se ve agredido por todas partes. Da igual que seas bueno o malo, vago o trabajador... La profesión de maestro es muy ingrata porque sus resultados, si se ven algún día, son a muy largo plazo.
Todos tenemos recuerdos de profesores horribles que nos han marcado. Y maestros maravillosos cuya huella sigue impresa en nosotros...
Es importante, es muy importante. Si queremos mejorar la educación, debemos empezar por nosotros mismos. Respetando al profesional, dotándolo de herramientas, y no masificando y hacinando a los niños como ganado.
Si no, tendremos la sociedad que nos merecemos.
A todos los maestros que siguen, año a año, siendo un gran ejemplo.
5 comentarios:
Hola, te saluda Mia, estuve visitando tu web. Esta muy interesante toda la información de tu página ... me encanta es muy completa. Tengo un directorio y me gustaria añadir tu sitio en el.
Muchos éxitos con tu web, seguro que ya lo tienes, espero tu respuesta.
Un Saludo
miarodriguezsoto@yahoo.es
Es muy relativo todo lo que acabas de escribir. Pues bien.En clase siempre existen los miticos niñatos que papá y mamá meten al cole para no aguantarlos en casa. Generalmente son niños con problemas , sobre todo familiares.
Partiendo de mi experiencia, muchos profesores ridiculizan a sus alumnos delante de toda una clase, y este, indefenso ante ese momento es ridiculizado a su vez por todos sus compañeros que le rien las gracias a un profesor para ganar 0,35 en la nota final.
Es entonces cuando debemos distinguir y analizar; Los profesores tienen que recibir un respeto extremo por parte de sus alumnos , pero estos deben recibir el mismo respeto por sus maestros , porque ante todo somos personas y como personas ninguna de las dos posiciones está por encima.Esa es la sociedad que debemos construir.
Tienes mucha razón en todo lo que dices y te entiendo, pero también hay casos contrarios que en mi colegio por lo menos, son bastantes.
Yo creo que la creatividad de los profesores, su forma de entendernos y de actuar frente a nosotros, de vernos primero como personas y luego como sus alumnos llevan a establecer un enlace.
Nosotros hay profesores a los que se critican, con los que algunos se enfrentan que suelen ser los que ridiculizan.
Y tenemos profesores que han entrado en nuestras vidas llevando una relación profesor-alumno excelente. Son aquellos que se preocupan por ti, aquellos que te respetan y te dejan expresarte. Aquellos que te escuchan y no te bajan puntos por tener diferentes puntos de vista, Aquellos a los que no les importa perder una clase para resolver un conflicto, aquellos que te apoyan cuando tienes un problema con dirección como no hacer excursiones y luchan y se juegan el puesto en muchos casos por que consigas tu objetivo ( el de toda la clase).
Aquellos que no son monótonos y aburridos sino que siempre saben cómo romper con algo nuevo.
Aquellos que ves por la calle y te saludan y no aquellos que te prohiben saludarles.
Aquellos que llevas tres semanas sin ir al colegio y te llaman personalmente por teléfono para decirte que te mejores.
Aquellos que si ven que tienes un problema familiar grave como que se te acaba de morir tu madre te ayudan y te lo ponen más facil.
Aquellos que no te juzgan sin conocerte, aquellos que no te echan de clase por expresarte con total educacion sólo por pensar diferente, aquellos que no te ridiculizan delante de toda la clase por no saber hacer un ejercicio o por algún tema ya más personal, aquellos que te ponen las cosas difíciles por el hecho de pensar diferente, de no ser hijo de un profesor, de no caerle bien.
La "manía" muchas veces si que existe.
La confianza de los alumnos también hay que ganársela!
Tu eres una muy buena profesora, porque ves más allá de un alumno, ves a los alumnos como personas y eso es lo que cuenta,
Es muy relativo todo lo que acabas de escribir. Pues bien.En clase siempre existen los miticos niñatos que papá y mamá meten al cole para no aguantarlos en casa. Generalmente son niños con problemas , sobre todo familiares.
Partiendo de mi experiencia, muchos profesores ridiculizan a sus alumnos delante de toda una clase, y este, indefenso ante ese momento es ridiculizado a su vez por todos sus compañeros que le rien las gracias a un profesor para ganar 0,35 en la nota final.
Es entonces cuando debemos distinguir y analizar; Los profesores tienen que recibir un respeto extremo por parte de sus alumnos , pero estos deben recibir el mismo respeto por sus maestros , porque ante todo somos personas y como personas ninguna de las dos posiciones está por encima.Esa es la sociedad que debemos construir.
Tienes mucha razón en todo lo que dices y te entiendo, pero también hay casos contrarios que en mi colegio por lo menos, son bastantes.
Yo creo que la creatividad de los profesores, su forma de entendernos y de actuar frente a nosotros, de vernos primero como personas y luego como sus alumnos llevan a establecer un enlace.
Nosotros hay profesores a los que se critican, con los que algunos se enfrentan que suelen ser los que ridiculizan.
Y tenemos profesores que han entrado en nuestras vidas llevando una relación profesor-alumno excelente. Son aquellos que se preocupan por ti, aquellos que te respetan y te dejan expresarte. Aquellos que te escuchan y no te bajan puntos por tener diferentes puntos de vista, Aquellos a los que no les importa perder una clase para resolver un conflicto, aquellos que te apoyan cuando tienes un problema con dirección como no hacer excursiones y luchan y se juegan el puesto en muchos casos por que consigas tu objetivo ( el de toda la clase).
Aquellos que no son monótonos y aburridos sino que siempre saben cómo romper con algo nuevo.
Aquellos que ves por la calle y te saludan y no aquellos que te prohiben saludarles.
Aquellos que llevas tres semanas sin ir al colegio y te llaman personalmente por teléfono para decirte que te mejores.
Aquellos que si ven que tienes un problema familiar grave como que se te acaba de morir tu madre te ayudan y te lo ponen más facil.
Aquellos que no te juzgan sin conocerte, aquellos que no te echan de clase por expresarte con total educacion sólo por pensar diferente, aquellos que no te ridiculizan delante de toda la clase por no saber hacer un ejercicio o por algún tema ya más personal, aquellos que te ponen las cosas difíciles por el hecho de pensar diferente, de no ser hijo de un profesor, de no caerle bien.
La "manía" muchas veces si que existe.
La confianza de los alumnos también hay que ganársela!
Tu eres una muy buena profesora, porque ves más allá de un alumno, ves a los alumnos como personas y eso es lo que cuenta,
Es muy relativo todo lo que acabas de escribir. Pues bien.En clase siempre existen los miticos niñatos que papá y mamá meten al cole para no aguantarlos en casa. Generalmente son niños con problemas , sobre todo familiares.
Partiendo de mi experiencia, muchos profesores ridiculizan a sus alumnos delante de toda una clase, y este, indefenso ante ese momento es ridiculizado a su vez por todos sus compañeros que le rien las gracias a un profesor para ganar 0,35 en la nota final.
Es entonces cuando debemos distinguir y analizar; Los profesores tienen que recibir un respeto extremo por parte de sus alumnos , pero estos deben recibir el mismo respeto por sus maestros , porque ante todo somos personas y como personas ninguna de las dos posiciones está por encima.Esa es la sociedad que debemos construir.
Tienes mucha razón en todo lo que dices y te entiendo, pero también hay casos contrarios que en mi colegio por lo menos, son bastantes.
Yo creo que la creatividad de los profesores, su forma de entendernos y de actuar frente a nosotros, de vernos primero como personas y luego como sus alumnos llevan a establecer un enlace.
Nosotros hay profesores a los que se critican, con los que algunos se enfrentan que suelen ser los que ridiculizan.
Y tenemos profesores que han entrado en nuestras vidas llevando una relación profesor-alumno excelente. Son aquellos que se preocupan por ti, aquellos que te respetan y te dejan expresarte. Aquellos que te escuchan y no te bajan puntos por tener diferentes puntos de vista, Aquellos a los que no les importa perder una clase para resolver un conflicto, aquellos que te apoyan cuando tienes un problema con dirección como no hacer excursiones y luchan y se juegan el puesto en muchos casos por que consigas tu objetivo ( el de toda la clase).
Aquellos que no son monótonos y aburridos sino que siempre saben cómo romper con algo nuevo.
Aquellos que ves por la calle y te saludan y no aquellos que te prohiben saludarles.
Aquellos que llevas tres semanas sin ir al colegio y te llaman personalmente por teléfono para decirte que te mejores.
Aquellos que si ven que tienes un problema familiar grave como que se te acaba de morir tu madre te ayudan y te lo ponen más facil.
Aquellos que no te juzgan sin conocerte, aquellos que no te echan de clase por expresarte con total educacion sólo por pensar diferente, aquellos que no te ridiculizan delante de toda la clase por no saber hacer un ejercicio o por algún tema ya más personal, aquellos que te ponen las cosas difíciles por el hecho de pensar diferente, de no ser hijo de un profesor, de no caerle bien.
La "manía" muchas veces si que existe.
La confianza de los alumnos también hay que ganársela!
Tu eres una muy buena profesora, porque ves más allá de un alumno, ves a los alumnos como personas y eso es lo que cuenta,
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